martes, 15 de mayo de 2012

El Libro de los muertos
  Se conoce bajo el nombre de libro de los muertos una colección de fórmulas mágicas, escritas en papiro, que se han encontrado en las tumbas egipcias, colocadas dentro del sarcófago, directamente sobre la momia. La costumbre egipcia de acompañar el difunto de fórmulas mágicas es antiquísima, pudiendo remontarse hasta el siglo XXIV antes de Jesucristo; pero cuando llega a su apogeo en el siglo XVII antes de Jesucristo, comenzándose a adornarse estas fórmulas con viñetas policromadas.
  No todos los ejemplares de los libros de los muertos contienen igual número de capítulos, ya que no están constituidos de una manera rígidamente organizada, ni siguen una línea ordenada y  lógica. Creían los egipcios que el difunto sometido a determinadas fórmulas mágicas podía revivir y moraba en su tumba como en su propia casa. Se creía también que seguía al dios Ra en su viaje diurno y nocturno por el cielo. A las nuevas actividades y necesidades del difunto se refiere de una manera más o menos precisa este libro, que describe primero el juicio del alma ante el tribunal de Osiris, el Dios muerto como los hombres y que había resucitado.
  El tribunal estaba compuesto por cuarenta jueces y podemos contemplarlo de una viñeta de un libro de los muertos correspondiente a la XVII dinastía. En ella vemos a Osiris sentado en un alto trono, teniendo a su lado a Isis y a un animal híbrido ­– el devorador de los muertos-, con rostro de cocodrilo, cuerpo de león y parte posterior de hipopótamo. En el centro puede verse una gran balanza, en uno de cuyos platillos se colocaba el corazón difunto y en el otro una pluma de ave, símbolo de la rectitud. El dios Anubis es quien controla la operación
  Con el fin que el corazón del difunto no contradijese las palabras que aquel pudiera pronunciar en su defensa, es por lo que en el acto del embalsamiento se colocaban precisamente sobre el pecho un pequeño escarabajo y las fórmulas mágicas del libro de los muertos.
En el se escribía el nombre del difunto la clase de trabajo a la que se había dedicado en la tierra. El conocimiento de la formula mágica  evitaba al muerto en su viaje a ultratumba los ataques que podía sufrir por parte de las serpientes, los cocodrilos y otros animales salvajes, así como también le aseguraban comida y bebida. En el capítulo XVIII, el más importante del libro, se encuentran informes sobre la situación del mundo sobrenatural adonde se dirige el alma para ser juzgada y una serie de invocaciones  con las que se pretendía buscar la protección del dios Amón-Ra.
  Los mejores ejemplares del libro de los muertos se encuentran en el Museo de Antigüedades de Turín y en el Museo del Cairo

martes, 8 de mayo de 2012


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Viaje al centro de la tierra

  Curiosa y amena lección de geología y paleontología, verdaderamente original.
  El doctor Otto Lidenbrock, profesor de mineralogía, vivía en Hamburgo con su sobrino y ayudante, Axel, que se supone es quien hace el relato. Un día, el profesor compró un libro viejísimo, escrito en lengua islandesa con caracteres rúnicos, y en él se encontró un pergamino escrito con iguales caracteres, que, una vez descifrado, resultó ser un criptograma en latín en el que Arne Saknussemm, alquimista islandés del siglo xvl, daba las instrucciones precisas para repetir el viaje que el hizo al centro de la tierra partiendo de un cráter apagado de Islandia, cuya identificación facilitaba.
   El sabio profesor Lidenbrock, entusiasmado, decide internar la aventura y prepara en el acto su marcha a Islandia, haciendose acompañar por su sobrino. Relata este la partida de Hamburgo y todas las incidencias de la fantástica expedición, durante la cual tío y sobrino, acompañados por el silencioso y abnegado guía islandés Hans, penetran por el cráter señalado por Saknussemm y reviven en el interior del globo terrestre las remotas épocas pretéritas estudiadas por la geología. los terrenos volcánicos, carboníferos y graníticos, los hongos gigantescos, helechos arborescentes y selvas antediluvianas, los plesiosauros, ictiosauros y otros monstruos de la fauna primitiva, y hasta un rebaño de mastodontes conducido por un Proteo de doce pies de estatura, desfilan ante los ojos atónitos de los atrevidos exploradores.
   El encuentro con un mar interior, en el que se aventuran sobre una almadía construida por Hans con maderas fósiles, les proporciona emocionantes incidentes, entre ellos el de una formidable tempestad eléctrica en la que un globo de fuego cruza por la almadía, imantando todos los hierros y trastornando la brújula.
   Detenidos los expedicionarios en una galería por un paredón granítico , lo hacen saltar con pólvora..... y la explosión produce un movimiento  volcánico que arrastra aquellos sobre su almadía hacia la superficie del globo, arrojandolos sobre la isla Strómboli, en el archipiélago de las lipari.