El Libro
de los muertos
Se conoce bajo el nombre de libro de los
muertos una colección de fórmulas mágicas, escritas en papiro, que se han
encontrado en las tumbas egipcias, colocadas dentro del sarcófago, directamente
sobre la momia. La costumbre egipcia de acompañar el difunto de fórmulas
mágicas es antiquísima, pudiendo remontarse hasta el siglo XXIV antes de
Jesucristo; pero cuando llega a su apogeo en el siglo XVII antes de Jesucristo,
comenzándose a adornarse estas fórmulas con viñetas policromadas.
No todos los ejemplares de los libros de los
muertos contienen igual número de capítulos, ya que no están constituidos de
una manera rígidamente organizada, ni siguen una línea ordenada y lógica. Creían los egipcios que el difunto
sometido a determinadas fórmulas mágicas podía revivir y moraba en su tumba
como en su propia casa. Se creía también que seguía al dios Ra en su viaje
diurno y nocturno por el cielo. A las nuevas actividades y necesidades del
difunto se refiere de una manera más o menos precisa este libro, que describe
primero el juicio del alma ante el tribunal de Osiris, el Dios muerto como los hombres
y que había resucitado.
El tribunal estaba compuesto por cuarenta
jueces y podemos contemplarlo de una viñeta de un libro de los muertos correspondiente
a la XVII dinastía. En ella vemos a Osiris sentado en un alto trono, teniendo a
su lado a Isis y a un animal híbrido – el devorador de los muertos-, con
rostro de cocodrilo, cuerpo de león y parte posterior de hipopótamo. En el
centro puede verse una gran balanza, en uno de cuyos platillos se colocaba el
corazón difunto y en el otro una pluma de ave, símbolo de la rectitud. El dios
Anubis es quien controla la operación
Con el fin que el corazón del difunto no
contradijese las palabras que aquel pudiera pronunciar en su defensa, es por lo
que en el acto del embalsamiento se colocaban precisamente sobre el pecho un
pequeño escarabajo y las fórmulas mágicas del libro de los muertos.
En el se
escribía el nombre del difunto la clase de trabajo a la que se había dedicado
en la tierra. El conocimiento de la formula mágica evitaba al muerto en su viaje a ultratumba
los ataques que podía sufrir por parte de las serpientes, los cocodrilos y
otros animales salvajes, así como también le aseguraban comida y bebida. En el
capítulo XVIII, el más importante del libro, se encuentran informes sobre la
situación del mundo sobrenatural adonde se dirige el alma para ser juzgada y
una serie de invocaciones con las que se
pretendía buscar la protección del dios Amón-Ra.
Los mejores ejemplares del libro de los
muertos se encuentran en el Museo de Antigüedades de Turín y en el Museo del
Cairo
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